jueves, 28 de julio de 2022

MÓDULO 5.3. LA EVALUACIÓN FORMATIVA: EL FEEDBACK

 

Introducción.


Popham (2013, p. 14) define este tipo de evaluación como un "proceso planificado en el que la evidencia de la situación del alumno, obtenida a través de la evaluación, es utilizada bien por los profesores para ajustar sus procedimientos de enseñanza en curso, o bien por los alumnos para ajustar sus técnicas de aprendizaje habituales". Por otra parte, Black y Wiliam (2009) señalan que en esta evaluación formativa la evidencia sobre el logro del estudiante ha de ser extraída, interpretada y utilizada por los docentes y el alumnado para tomar decisiones sobre los pasos siguientes de la instrucción que es probable que sean mejores o mejor fundamentados que las decisiones que se habrían tomado en ausencia de dicha evidencia.

La evaluación formativa no sigue un procedimiento único a implementar. Es decir, no existe una receta con pasos a seguir. Así como tampoco necesariamente deja fuera otros enfoques como la evaluación sumativa, ambos enfoques podrían ser totalmente complementarios. Sin embargo, la filosofía de la evaluación cambia, y de un enfoque puramente clasificador, certificador, imperante hasta ahora, plantea una serie de aspectos a tener en cuenta, que no sólo cambian la cultura del aula, sino también la del centro educativo donde se inserta. En definitiva, con su implementación, dejamos de poner el foco en la calificación (hojas de cálculo, que los instrumentos se alineen con la escala de 1 a 10, porcentajes y ponderaciones, calificación individual o colectiva…) para ponerlo en el poder de la evaluación como fuente de aprendizaje y para el aprendizaje.

A continuación, se señalan algunos de los aspectos clave a considerar para implementar la evaluación formativa con garantías de éxito:

    • Análisis de los aprendizajes y su secuenciación: herramienta para el profesorado
    • Aclarar, compartir (y comprender) los intereses del aprendizaje y los criterios para el éxito 
    • Uso del feedback y la autoevaluación

Análisis de los aprendizajes y su secuenciación: herramienta para el profesorado.

Toda unidad de aprendizaje debe tener un mapa de progreso de ayuda al profesorado, donde se especifique qué competencias se desarrollan y evalúan, con una determinada actividad. Estas actividades secuenciadas serán necesarias para abordar otras de la misma unidad más complejas que deberán realizarse en el transcurso del proceso de aprendizaje.


Desde este enfoque lo que se pretende es que, con los resultados del logro del alumnado de la clase, el profesorado pueda establecer refuerzos o ampliaciones acordes al desarrollo competencial del grupo clase y abordar las competencias más complejas con mayor información sobre los puntos fuertes y débiles de su alumnado. Así como introducir las modificaciones a su proceso de enseñanza que puedan beneficiar a este alumnado. Es aquí donde la evaluación cumple con la función principal para la que está destinada, la toma de decisiones para la mejora del proceso enseñanza / aprendizaje.

Es necesaria, por tanto, la presentación de actividades donde se proporcionen puntos de comprobación y permitir distintos tipos de feedback: desde cuestionarios sencillos de respuesta cerrada y corta o ejercicios (permiten un feedback rápido), hasta actividades más complejas, apoyadas en los ejercicios anteriores, que permiten de manera secuencial alcanzar objetivos más amplios con relevancia social o cumplir con un producto o un servicio... Y, aunque parece obvio, estos ejercicios, actividades o tareas deben permitir arrojar evidencias sobre el aprendizaje que se pretende comprobar.

Aclarar, compartir (y comprender) los intereses del aprendizaje y los criterios para el éxito.


Esta clave se puede lograr mediante el uso de rúbricas, escalas de valoración o listas de comprobación; especialmente de los aprendizajes complejos. La cuestión no es quedarse sólo en el diseño del instrumento, sino compartir los instrumentos con nuestro alumnado previamente a la realización de la actividad. Así, se aclara más la actividad y se puede comprobar que los y las estudiantes comprenden los criterios de realización incluidos en la rúbrica y cuál es el desempeño que se considera exitoso.


El Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) plantea también estos principios, por ejemplo en la Pauta 8 "proporcionar opciones para mantener el esfuerzo y la persistencia", se establece un punto de verificación, el 8.1. "resaltar la relevancia de metas y objetivos", que pueden cumplirse cuando se diseña con el alumnado un instrumento de evaluación o cuando se les pide que utilicen una rúbrica para comprobar cómo van cumpliendo con diferentes requisitos (según nivel y criterios de realización) de la tarea que se les ha asignado.

Uso del feedback y la autoevaluación.


De la cantidad de factores que pueden incidir positivamente en el aprendizaje uno de los más poderosos es el "feedback" o retroalimentación, tanto que aumenta el 50% el rendimiento. Ahora, también es verdad que es un factor con mucha variabilidad, y no depende tanto de la cantidad que se dé, sino de la calidad y de cómo y cuándo se utiliza.

Hattie (2017) dedica un capítulo entero a la cuestión del feedback basado en su célebre meta-análisis, ahora ya con 250 factores analizados, donde repasa los siguientes temas: la frecuencia con la que hay que proporcionar este feedback, los tipos o la interacción con distintos tipos de alumnado... Aquí algunas posibles claves, que bien podrían convertirse en una escala de valoración, contextualizadas, al finalizar una unidad didáctica, desde:

Establecer preguntas según niveles:


Fuente: Hattie (2017)

Según Shute (2008) hay una serie de cuestiones también a tener en cuenta para aumentar la eficacia del feedback:

  1. Centrar el feedback en la tarea, no en el alumno.
  2. Proporcionar un feedback elaborado (que describa el qué, el cómo y el porqué).
  3. Presentar el feedback elaborado en unidades manejables (por ejemplo, evitar la sobrecarga cognitiva).
  4. Ser específico y claro con los mensajes.
  5. Proporcionar el feedback de la manera más simple posible.
  6. Reducir la incerteza entre la puesta en práctica y los objetivos.
  7. Ofrecer un feedback imparcial, objetivo, sea por escrito o a través del ordenador.
  8. Promover una orientación del aprendizaje enfocado a objetivos (desplazar de la actuación al aprendizaje, dando la bienvenida a los errores).
  9. Proporcionar feedback después de que los alumnos hayan intentado plantear una solución.

En la siguiente imagen puedes ver una relación de prácticas que funcionan y no funcionan en el feedback.